Nace en Aracataca, Colombia, el 6 de marzo de 1927 y muere el 17 de abril de 2014 en México D.F. Fue escritor y periodista.
Es el autor indiscutible de la novela hispanoamericana del siglo XX. Su obra cumbre es, sin duda, Cien años de soledad (1967), una de las grandes novelas en lengua castellana. En esta novela se relatan variadísimos episodios, hilvanados a la perfección, que nos cuentan la historia de la familia Buendía y del mundo que la rodea. En la novela pueden encontrarse todos los ingredientes de la narrativa americana (problemas sociales y políticos, naturaleza, realidades humanas) traspasados por fuerzas sobrenaturales (maravillosas), el humor y el sentido trágico, la vida y la muerte, las fuerzas vitales y el lirismo, la fuerza irrefrenable del amor y el inevitable sentimiento de soledad.
Cien años de soledad es la historia de la familia Buendía durante cien años (siete generaciones). Los personajes se suceden con nombres semejantes. Los varones se llaman “José Arcadio” y “Aureliano”. La descendencia de los segundos siempre se trunca. Los llamados “Aureliano” son tímidos, los llamados “José Arcadio”, impulsivos. Las mujeres se llaman: Úrsula, Remedios y Amaranta.
El primer José Arcadio Buendía funda un pueblo: Macondo. Este pueblo es un símbolo de la historia de Hispanoamérica. Además, es un lugar mítico en el que las creencias populares lo pueblan de misterio. Lo hiperbólico es algo común.
Los personajes se encuentran solos (de ahí el título), son un compendio de incomprendidos. Dos personajes, al final de la novela, encuentran el amor (no se sentirán pues solos) y ello provoca el fin de la estirpe al desaparecer el pueblo arrasado por una ráfaga de viento.
Los hechos cotidianos, reales, racionales se presentan con el asombro de lo inesperado; los fantásticos se presentan como cotidianos (uno de los personajes se pierde en el abismo del espacio).
La complejidad narrativa de esta novela puede comprobarse consultando el árbol genealógico de la familia Buendía: Árbol genealógico de Cien años de soledad
Antes de Cien años de soledad había publicado las novelas: La hojarasca (1955), El coronel no tiene quien le escriba (1958), La mala hora (1962).
Después de Cien años de soledad publicó: El otoño del patriarca (1975), Crónica de una muerte anunciada (1981), El amor en los tiempos del cólera (1985), El general en su laberinto (1989), Del amor y otros demonios (1994), Memoria de mis putas tristes (2004).
Destaca también como autor de cuentos: Los funerales de la Mamá Grande (1962), La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972), Ojos de perro azul (1972, recopilación de sus primeros cuentos), Doce cuentos peregrinos (1992).
Recibió en 1982 el Premio Nobel de Literatura «por sus novelas e historias cortas, en las que lo fantástico y lo real se combinan en un mundo ricamente compuesto de imaginación, lo que refleja la vida y los conflictos de un continente».