Nace en Buenos Aires en 1899. Es un lector voraz desde pequeño. Publica su primer trabajo con diez años. En su niñez vive con su familia en Europa (Italia, Suiza y España). En España entra en contacto con los movimientos de vanguardia. En 1921 regresa a Buenos Aires adonde lleva el “Ultraísmo” (movimiento de vanguardia español). Se dio a conocer como poeta y ensayista en los años 30 y 40. Después se convierte en el maestro indiscutible del cuento.
Se opuso al primer gobierno de Perón, aunque en 1955 un nuevo gobierno lo nombra director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires (cargo que ocupa hasta 1977). Borges fue perdiendo la vista progresivamente. En 1956 no puede leer ni escribir (dicta sus obras a otras personas, a su madre o a amigos). En la década de los 60 su obra es conocida en Francia y desde allí su fama se hace universal. Es recibido y homenajeado en numerosos países.
Aunque su tierra natal está presente en su obra no se dejó llevar por los particularismos de otros autores. Él mismo dijo: “Creo que nuestra tradición es toda la cultura occidental”.
Ideológicamente consideró que el mundo es un caos por el que hombre transita perdido (se aproxima al existencialismo). Sin embargo, se aleja de la angustia ya que considera que contra el absurdo del mundo hay que oponer una “elegante ironía”. A lo largo de su vida se proclamó antinazi, antirracista, anticomunista, antiperonista… En 1970 se afilió al Partido Conservador.
Muere en Ginebra en 1986.
Obra narrativa:
Su primera obra narrativa publicada es Historia universal de la infamia (1935): es un conjunto de relatos sobre personajes reales que incluye el cuento Hombre de la esquina rosada, el que se considera el primer cuento que integra los rasgos definitorios del género en Borges.
Las dos obras que más fama le han dado son Ficciones y El Aleph; por orden cronológico de publicación destacan:
- El jardín de senderos que se bifurcan (1941).
- Ficciones (1944): incluye el título anterior y añade nueve cuentos.
- El Aleph (1949): colección de diecisiete cuentos.
- El hacedor (1960).
- El informe de Brodie (1970).
- El libro de arena (1975).
- Borges Rosa y Azul (1977).
En los cuentos de Borges lo excepcional y lo insólito se convierten en materia narrativa. No se trata exactamente de literatura fantástica ya que lo que proponen sus cuentos son juegos mentales que invitan al lector a plantearse complejas situaciones imaginarias. El cuento sitúa al lector ante problemas metafísicos que producen “vértigo intelectual”.
Sus cuentos son variaciones sobre unos temas que se repiten:
- La identidad humana. Se plantea la consistencia o la inconsistencia del ser humano. De esa manera se proponen extraños desdoblamientos que hacen plantearnos si somos uno o somos varios a la vez. Quizá todos los seres humanos sean un solo ser humano.
- El destino del hombre. ¿Es el hombre un ser libre o el destino está escrito de antemano? Quizás los hombres están repitiendo constantemente la misma historia.
- El tiempo. Las tres líneas temporales, presente, pasado y futuro, se entrelazan para hacer reflexionar sobre si el tiempo no es más que una ilusión del hombre. Lo que va a suceder (futuro) ha podido suceder ya en otra “dimensión” temporal. Borges plantea el concepto de “eterno retorno”, la idea de que el tiempo es circular y siempre se está repitiendo.
- La eternidad y el infinito. Son concebidos estos conceptos como abolición del tiempo. Pero estos conceptos pueden ser a la vez salvación y condena para el ser humano. No se sabe si el infinito es un consuelo o una auténtica pesadilla.
- El mundo como laberinto. El ser humano vive avanzando por un laberinto en el que no sabe qué es real y qué es ficción; el hombre tiene que escoger cuando llega a un sendero que se bifurca en el espacio y en el tiempo.
- La muerte. Al final del sendero al ser humano le espera inevitablemente la muerte. Pero esta muerte puede ser solo una apariencia y el hombre puede seguir viviendo una y otra vez para repetir la historia o vivir otras historias. Este tema conecta con todos los anteriores.
El cuento de Jorge Luis Borges se centra pues en el juego, en el puro placer de narrar. El lector entra en el “juego” y asiste a las inquietudes y angustias del narrador.
Sus cuentos se caracterizan fundamentalmente por su originalidad estilística. Comienzan de forma diversa (un párrafo de enciclopedia, un libro cabalístico, un libro de Historia, un mito clásico, una leyenda, etc.), para llevar al lector a un problema metafísico.
Desde el punto de vista estructural, los cuentos avanzan con ritmo pausado, buscando que el enigma que nos presenta se vaya haciendo más denso y más inquietante. El desenlace siempre sorprende en el último párrafo.
Borges comenzó escribiendo con un estilo sobrecargado (barroco) que fue depurando progresivamente. En sus mejores cuentos encontramos una prosa aparentemente desnuda pero cargada de sentido. Ironía, desarrollo lento, gusto por las paradojas, frases lapidarias, son los rasgos que destacan en su original estilo (no exento de sutiles hallazgos poéticos como las insólitas asociaciones de palabras y conceptos).