La narrativa hispanoamericana a partir de los años 40 experimenta una renovación tan profunda que llega a situarse en la primera línea de la narrativa mundial. Para entender esta renovación hay que partir, de forma muy breve, de la novela precedente. Se suelen distinguir tres etapas en la narrativa hispanoamericana del siglo XX:
- La novela realista: hasta 1940-45.
- Inicios de la renovación narrativa: 1945-1960.
- Consolidación y desarrollo de la nueva narrativa (autores del boom). Sobre todo, a partir de 1960.
En el primer período la novela predominante es la novela realista (aunque con claras influencias del naturalismo europeo y, en ocasiones, con cierto tono romántico en algunas obras). La particularidad del realismo hispanoamericano se sitúa principalmente en los temas que dotan a esta novela de lo que se ha denominado “peculiaridad americana”. Los temas fundamentales son:
- La naturaleza. Se trata de una naturaleza de proporciones grandiosas (cordillera, pampa, altiplano, selva amazónica…) que condiciona sin duda al ser humano. Las particularidades de cada zona han hecho que se hable también de “novela regionalista”. Destacan autores como:
- Rómulo Gallegos (venezolano). Su obra fundamental es Doña Bárbara (1929).
- Ricardo Güiraldes (argentino). Destaca Don Segundo Sombra (1926), novela de la pampa argentina y del gaucho.
- José Eustasio Rivera (colombiano). La vorágine (1924) es la novela de la selva amazónica, terrible pero hermosa.
- Los problemas políticos. La inestabilidad política (se han sucedido en América “revoluciones”, “contrarrevoluciones” y dictadores procedentes de las oligarquías dominantes) se convierte en materia narrativa. Los de abajo (1916) de Mariano Azuela es la novela de la revolución mexicana. Martín Luis Guzmán (México, 1887-1976) escribió El águila y la serpiente (1928) y La sombra del caudillo (1929).
- Los problemas sociales. La novela realista refleja las desigualdades sociales en una época en la que la oligarquía se alía con las potencias extranjeras que explotan las riquezas naturales de América. En la base social se sitúan los jornaleros de las grandes haciendas y los obreros de las compañías bananeras que viven en condiciones deplorables (indios y mestizos). Cuando se denuncian las condiciones de los indios se habla de “novela indigenista”. La primera novela de esta corriente es Raza de bronce (1919), del boliviano Alcides Arguedas. Otras: Huasipungo (1934) del ecuatoriano Jorge Icaza o El mundo es ancho y ajeno (1941), del peruano Ciro Alegría (esta novela presenta a los indios despojados de sus tierras por un hacendado a quien apoya el gobierno). El tema del “indio” seguirá presente en la novela posterior: Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Juan Rulfo o Luis Sepúlveda.